viernes, 29 de octubre de 2010

La despedida (parte 1)


28-X-10. Media mañana. Voy casi como de paso. Pienso en imágenes posibles. Estoy llegando. Muchísimos jóvenes. El entusiasmo que recuerdo haber tenido en los setenta. Algunos agradeciendo a viva voz haber ingresado a la política de su mano. Muchos de generación intermedia; digamos… creciditos. Algunos bastante mayores; algunos viejitos con sillas. En la fila, testimonios varios. Que gracias a Néstor la política volvió a estar arriba de la mesa, que yo no lo voté pero digo presente, que hay que profundizar el modelo, que hay que apuntalar a Cristina, que después de esto con qué cara aguanta en la Rosada ese híbrido de vicepresidente. Uno asiente, otro gesticula, alguien modifica el adjetivo. La fila interminable bajo un sol pegador. Unos con sombrillas, otros con paraguas, alguien con un diario sobre la cabeza, a dos aguas. Flores, muchas flores. Esquelas, mensajes de todo tipo. Los carteles, los grupos, las banderas, las consignas. Las pintadas. Los morochos. La portación de rostro inequívoca de los más humildes. Esos que afean la Ciudad para un sector de nuestra sociedad; a esta Ciudad que se parece a París, que se parece a Madrid, que tiene el Colón, que va corriendo cada vez más a los que la deslucen mostrando sus colchones, sus cartones, sus carencias. Ellos, que obligan a cercar las plazas, a poner rejas en las iglesias. Comunidades latinoamericanas con sus propias insignias; sobre todo bolivianos y peruanos. Las presencias. El protagonismo. No lo veo por TV. Estoy. Una señora me pide que la fotografíe con su ramo y su cartel. Es humilde, habla en voz baja, está muy triste. Es conmovedora. Se juntan varios: “acá maestro”; son del mismo gremio. Llaman a otro que viene rengueando. Posan con la “V”. Sonríen. Es día de luto pero igual sonríen. Listo. Agradecen. Un señor de saco y corbata aprieta una bandera con el rostro del difunto. Posa, me saluda respetuoso. Sigo.
Encaro hacia la oficina a paso rápido. Uno se debe a su público. Y tengo necesidad de bajar las fotos. Tomo Corrientes. Leo de pasada, sobre un estante de libros a cinco pesos: Bill Gates habla. Qué buen auspicio, con el tiempo comerá solito.


... Acá van las primeras vistas..

Ósculos y abrazos